El día 6 partimos nos dirigimos hacia Samburu, viendo paisajes “urbanos” impresionantes de usos y costumbres, hospitales realizados con chapa ondulada (con letreros escritos peor que hechos a brochazos que decía “Health Center”, casas hechas con tiras de neumáticos de coche viejos, fábricas de camas de madera expuestas en medio de las orillas de la carretera,…., observé muchas instituciones religiosas y muchos colegios donde los alumnos vestían uniforme, supongo que por la influencia de los ingleses.
Una imágen del camino. |
A Samburu, para sorpresa nuestra, llegamos relativamente pronto,
alrededor de las 11, o incluso antes, de la mañana, contentísimos, en la puerta
del Parque de Samburu intercambiamos algo de información con otros españoles “organizados”
que se marchaban y sacamos nuestras entradas al Parque Nacional de Samburu, (70
dólares más 30 por alojarnos dentro del parque, es decir 100 $ por persona y
400 chelines por el coche, total 200 dólares por los dos y los 400 chelines),
los tickets valen para 24 horas, y en cada parque cambian algunos detalles,
depende de quién sea la compañía que lo gestione. Lo que yo no tenía claro
antes de llegar allí era cómo pagar, en qué moneda, ahora ya lo sé: Las
entradas y el acampar dentro se paga en dólares y el acceso del coche en
chelines, sobre todo por el bien de tu bolsillo, pues si pagas en dólares
siempre te sale desfavorable, lo de pagar con tarjeta ni se nos ocurrió, así
que si alguien me pregunta no puedo contestarle.
Impresionante sus tamaños. |
Empezamos a ver jirafas, sobretodo jirafas de dos tipos diferentes
y gacelas Tompson, con lo que la belleza de los animales nos iba haciendo
olvidar el sufrimiento de las carreteras, el dolor de espalda de la dura
amortiguación del vehículo, las penurias pasadas y el “malvivir”, que en
realidad no es malvivir, es vivir como nosotros vivíamos hace 3 décadas, de las
gentes del camino pegadas siempre a las orillas de las carreteras y caminos.
Disfrutando del colorido, (este año algo seco por la escasez de
lluvias), de la temperatura de entre 15 y 24 grados, así íbamos cual meros
ilusos, cuando con nuestro “súper coche 4 x 4” nos dispusimos a pasar un
pequeño charco o al menos eso creímos, cuando nos quedamos, literalmente,
clavados en el barro, sin coches alrededor, tan solo animales, un río y una tierra
roja como la sangre, ese color que a muchos nos sugiere África, tal como he
titulado mi diario. Mientras yo vigilaba los alrededores del coche atascado y
llamaba por teléfono a los del Camping donde teníamos previsto alojarnos,
desgañitándome para poder explicarle nuestra ubicación y demás, mi marido se
afanaba en encontrar ramas que poner para poder salir del agua.
Río Ewaso cerca de nuestro estancamiento. |
Finalmente, y
con la desesperanza de qué nadie nos encontraría, la opción de supervivencia y
nuestro flotador salvavidas fueron las enormes cacas de elefante, transportadas
con las manos al charco, así fue como haciendo efecto adobes en el agua y después
de más de una hora logramos continuar al Lionkingcampside, donde Marisa y Naim,
(los propietarios) se deleitaron con nuestras aventuras y nosotros con sus
cervezas y su comida, no pararon de decir que no era sorprendente, ¡ESTO ES
ÁFRICA! Por cierto, las cacas de elefante olían a hierbas secas y no a
defecaciones. Aclarar que Marisa no es española a pesar de su nombre, es
londinense y Naim keniata. Fueron agradabilísimos los ratos compartidos con
ellos.
Elefantes en el mismo camino. |
Esa misma tarde la aprovechamos a tope con vistas de animales, por
cierto no había ni un solo mosquito, ni leones, ni leonas, pero sí: elefantes,
búfalos, cebras, gamos de cuello de jirafa, muchos dik-dik, y un sin fin de
pájaros de vistosos plumajes. Al fin
estábamos en nuestra salsa, veíamos ya tranquilos lo que imaginamos paisajes
estupendos con sus espinosas acacias, animales salvajes “más pacíficos que algunos
de nosotros”, puestas de sol magníficas, que
no se reflejan en las fotos como al natural, el ocaso parece un gran
incendio en el horizonte con las siluetas de los árboles y de las manadas de
animales dispuesto a comérselo todo, ¡Una preciosidad! Para finiquitar el día
tan intenso, Naim nos preparó un pollo al curry con arroz pilaw y unas patatas
buenísimas comidas en una romántica mesa con velas y con la compañía de dos
jinetas, (madre e hija) que ya se conocían el menú, pues adoran el pollo, para
postre fruta plátano, piña, mango todo ello decorado con el contenido de la
famosa fruta de la pasión de Kenia. Excepcional fue la cena. A la hora de
dormir, y porque nos había contado Marisa que la noche anterior habían paseado
por el camping dos leonas, yo decidí irme a la cama sin visitar el servicio,
por si las moscas. Por el contrario, mi acompañante no tuvo ningún reparo y
cuando volvió, en mi vida había visto un rostro tan sin sangre, se encontró por
el camino, cara a cara con una hiena
gigante a un metro aproximadamente de distancia, creo que fue la linterna lo
que le salvo de que la hiena no se lo comiese.