lunes, 6 de octubre de 2014

CONVIVIENDO CON UN MASAI.



Para información general, mara significa tierra y los Masai son poblaciones o tribus de ganaderos que cuidan de sus rebaƱos: de ovejas, cabras o vacas, van ataviados con sus trajes tĆ­picos, bueno quiero decir faldas o similar, de cuadros vistosos, principalmente de rojo y negro, aunque los hay de mĆ”s colores, creo que lo importante es lo llamativo del color, y llevan consigo un machete y una lanza, pues la diferencia entre el pastoreo de EspaƱa y el de los Masais, radica no sólo en la forma de vestir, si no tambiĆ©n en sus orejas con grandes agujeros, (que a mĆ­, personalmente, me dan un poco de grima), y fundamentalmente contra quĆ© “fieras” tienen que luchar que son los leones y no el lobo, la mayor parte de las veces sin perro. Lo cierto es que el mejor obsequio que les pueden hacer es llamarles valientes, brave, te echan una gran sonrisa de oreja a oreja, pero vamos por el principio.

Siempre oteando el horizonte"nuestro querido masai".

Esa maƱana e incluso por la noche habĆ­amos pensado que igual no era buena idea ir solos por la gran reserva del Masai Mara, “por si las moscas”, asĆ­ que contratamos los servicios de un Masai que se nos habĆ­a ofrecido “unas quinientas veces, y son pocas” en el Campamento, no fui capaz de aprenderme el nombre y como no sabĆ­a escribir no pudo escribirmelo, asĆ­ que desconozco cómo se llama nuestro “tercer salvador”  lo llamaremos “nuestro masai”,[ su compaƱƭa en todo momento fue garantĆ­a de acogimiento del resto de la población masai,  puesto que Ć­bamos con uno de los suyos, fue el mejor de los aciertos.

Algunos momentos para las risas y el humor.

Emprendimos nuestra visita por la puerta de Talek, pagando previamente 160 dólares de los dos y 400 chelines por el coche, `podĆ­amos haber sacado para dos dĆ­as pero preferimos ser cautos, en este parque te anotan la matricula del coche, cosa que no habĆ­a sucedido en otras ocasiones y apuntan el nombre del conductor, (yo deduje que no les gusta nada eso de “conductor privado” porque estĆ”n acostumbrados a que casi siempre es a travĆ©s de agencias),. La maƱana resultó muy "productiva"  pues con “nuestro masai” no hubiĆ©semos visto ni los dos hipopótamos que tenĆ­amos a dos metros camuflados entre la vegetación.

De los dos hipopótamos, este era el mÔs pequeño.


Menudas indicaciones, no habĆ­a quien encontrase nada.

Vimos prƔcticamente de todo, incluido el atasco de un matatu en un rƭo, en el cual iban un matrimonio con su hijo nativos de la India pero que vivƭan en Nueva York.

Matatu "clavado" en el rĆ­o.

En realidad, tendrĆ­amos que haber sido nosotros los que hubiĆ©semos quedado atrapados, realmente fue gracias a mi pesadez por lo que cedimos el paso al matatu por “cortesĆ­a”. Era una risa cada vez que debĆ­amos pasar por todo tipo de arroyos, rĆ­os, etc…., yo gritaba: NO, No, ni hablar, otra vez no! y nuestro masai gritaba ¡No mama, no mama!, para decir que no quedaba otra y que no pasa nada.

Al rescate con cuerda, coche y personal.

La media hora que transcurrió buscando los medios de sacar el matatu del agua fue muy ameno, por lo grotesco del panorama y porque estuvimos intercambiando información de lo visto en el parque con los nuevos desafortunados. La mujer estaba emocionadísima porque la tarde anterior habían visto una escena de caza de leonas y el amamantamiento de los leoncitos, así que nos animó a no desesperar y nos aseguró que la mejor hora es a la caída del sol.

Esa misma tarde volvimos a recorrer las zonas del río Talek, sin éxito, sólo logramos ver un único guepardo tumbado a la bartola. y a unos cuantos leones también perezosos, aunque he de reconocer que no deja de ser muy emocionante.

El primer guepardo, ¡UNA PRECIOSIDAD!.

Regresamos al campamento donde nos esperaba una rica cena y un buen descanso para el dĆ­a siguiente continuar con “nuestro masai” por la zona del rĆ­o Mara, le habĆ­amos cogido el “gustillo” a su compaƱƭa, a su conocimiento del terreno y de la situación de los animales.

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